La muerte de Nita sorprendió a muchos, pero no a su familia. sus hermanos e hijos sabían de su lucha contra el mal que la venía poniendo a prueba desde diez años atrás. la comunidad parroquial se hizo presente en número generoso en su funeral, el lunes, en la eucaristía de las ocho de la tarde, testimoniando así su cariño y condolencias a la familia de Nita. El P. Eduardo, dominico, su primo, que presidió la celebración, al situar a la asamblea ante la vida y la muerte en el plan de Dios, subrayó la paz y el buen humor con que Nita afrontó su dolor, su debilidad y su lucha por la salud. Y lo atribuyó a la fe y confianza en Dios que vivía y testimoniaba con singular discreción. El P. Eduardo bajó al detalle de señalar incluso el lugar que Nita solía ocupar en la iglesia para dirigir el rezo habitual del rosario. En el recuerdo y en la esperanza del reencuentro en la plenitud del amor eterno del buen Dios, la oración por Nita y con Nita seguirá brotando cariñosa y emotivamente del corazón cuantos tuvimos el regalo de ser sus amigos.
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